Hoy el despertador sonó primero, querÃamos estar pronto en El Vaticano para no tener que soportar demasiada cola.
Primero nos dirigimos a la BasÃlica de San Pedro, no hay que pagar entrada. Es impresionante, y eso que algunas de las zonas estaban en obras y en otras con acceso restringido, asà que no nos pudimos acercar, por ejemplo, a La Piedad de Miguel Ãngel, que talló cuando tenÃa 23 años y es la única escultura que firmó, ya que en su momento algunos dudaron de que la obra fuese suya, debido a su juventud. Y tampoco al altar papal donde se encuentra el Baldaquino de San Pedro, de Bernini.
Una de las piezas que más me gustó fue el Monumento en Memoria de Alejandro VII, la tumba está dentro de un nicho y el Papa aparece en posición orante. Lo acompañan cuatro virtudes y un agitado manto, entre el que aparece un esqueleto, sÃmbolo de la muerte, con un reloj de arena.
Después, y tras ver el cambio de la Guardia Suiza Pontificia, nos fuimos a visitar los Museos Vaticanos y la Capilla Sixtina. Aquà ya tuvimos que esperar unas cuantas colas más que considerables: la 1ª en la calle, la 2ª dentro en el detector de metales y la 3ª para pagar la entrada. Por la calle, hay varios guÃas que se ofrecen para colarte y ponerte el primero de la cola (por el módico precio de 10 euros), también te dan la opción de pasarte el primero y hacer con ellos el tour completo (aproximadamente dos horas de duración) que incluye: los museos, la capilla y la basÃlica, por 45 eureles por persona (cuando la entrada cuesta 15 euros). Merece la pena esperar, primero porque en San Pedro no hace falta pagar (aunque te ahorrarás la cola) y segundo porque si llevas una buena guÃa de bolsillo puedes hacer el recorrido a tu ritmo. También puedes escoger la opción de entrar gratis si estás por la zona el último domingo de cada mes.
Una vez dentro, tienes que priorizar, porque de lo contrario es imposible acapararlo todo. En nuestro caso, escogimos empezar por el VestÃbulo de las 4 Puertas y ver el Cortile della Pigna, un patio con una gran piña de bronce, de ahà nos dirigimos al Museo de la Cruz, donde se encuentran dos enormes sarcófagos de pórfido, el de la izquierda viene de Santa Constanza y el de la derecha se utilizó para enterrar a Santa Helena, madre de Constantino.
Después, subimos al 2º piso para recorrer un largo pasillo dividido en 3 secciones: la Galleria dei Candelabri, la Galleria degli Arazzi (tapices) y la Galleria delle Carte Geografiche con mapas pintados al fresco que representan las posesiones de la iglesia en 1580. De aquà pasamos a la Sala della Immacolata, que lleva a la Stanze di Raffaello, formadas por 4 salas, encargadas por Julio II en 1508, que son: la Stanza della Segnatura, la Stanza di Eliodoro, la Stanza dell´Incedio y la Sala di Constantino. En la Stanza della Segnatura se encuentran dos de las pinturas más conocidas de Rafael: la Discusión sobre el Sacramento, que rinde homenaje a la Fe y la Escuela de Atenas, que rinde homenaje a la FilosofÃa, pintadas entre 1508 y 1511.
En cada una de las salas hay auténticas obras de arte, historias pintadas al fresco enormes, con el mayor lujo de detalles posible, con una manera de jugar con la luz y las emociones increÃbles. Mientras se recorren es muy importante poder disponer de un banco para disfrutar de cada una de ellas y fijarse en los detalles de las pinturas del techo y de las paredes, pero también para mirar al suelo y alucinar con los mosaicos, es apabullante.
A continuación, seguimos por la Cappella di Niccolo V, pintada al fresco por Fra Angélico, y visitamos los Aposentos Borgia. Y, finalmente, llegamos a la Capilla Sixtina (donde no se pueden hacer fotos y hay que estar en silencio, pero por si se te olvidan estas dos reglas, hay dos jóvenes mozalbetes que se encargan de dar fuertes palmadas y voces recordándolas, menuda paradoja).
Cuando llegas a este punto del recorrido ya tienes el cuello hecho una piltrafa, pero hay que hacer un esfuerzo más y deleitarse con los frescos de las paredes y del techo. Merece la pena fijarse en todos los detalles del Juicio Final y también en las diferentes partes en las que se divide la bóveda.
Hoy fue un dÃa agotador en todos los sentidos: caminar mucho a diferentes ritmos (que es lo mejor para la espalda y las piernas), ver tantas obras de arte y disfrutar de este tipo de maravillas. Exhaustos nos fuimos al hotel a descansar un rato, para terminar el dÃa cenando en el Trastevere y perdiéndonos en sus laberÃnticas calles.