Estos dÃas estoy viviendo un cúmulo de despropósitos que hacen que me plantee si mi manera de pensar es, medianamente coherente, o si estoy totalmente equivocada y necesito cambiar, y dejarme llevar por el lado oscuro.
Si me quedo con la primera opción tendrÃa que admitir que soy un perro verde en medio de una jaurÃa de buitres; si acepto la segunda, me convertirÃa en Sith. La verdad que ninguna de las dos opciones es muy tentadora, aunque si decido meterme en la ilusión de alternativas que acabo de proponer, ser perro y verde a lo mejor tampoco está tan mal.
Está claro que mi manera de ver la cosas no deja de estar influenciada por personas importantes en mi vida que me contagian para que interprete el mundo de ese modo, que me apoyan en decisiones que tomo, y en maneras de hacer que me parece interesante apropiarme de ellas. En estos momentos pienso que si no llega a ser por esas influencias, hace tiempo que habrÃa dejado de ser Caballero Jedi.
Puestos a salirme del par de alternativas me planteo seguir cambiando, siempre, aprovechando aquellas cosas buenas, que pueden ayudar a que mi salud sea lo más aceptable posible y a que no tenga que pasar noches en vela, porque la conciencia no me deje pegar ojo.
Estoy segura que esta vaguedad en mis palabras, que no explican la situación concreta, puede serviros para encajar alguna situación en la que «El miedo os llevara a la ira, la ira al odio y el odio al lado oscuro» y supiéseis rectificar a tiempo.
A mà me gusta el perro verde que conozco. Además, pasarse al lado oscuro siempre tiene su precio: dolores de cabeza, dormir mal… a algunos hasta les cambia la voz (fÃjate en Anakin).
Prefiero que sigas siendo pizpireta aunque tengas que renunciar a algunos caramelos que te ofrece la vida. Y que sigas dando ejemplo allà donde vas.
Un besÃn
Yo también me quedo con el perro verde, sin lugar a dudas….por el momento es lo que mejor resultado me está dando. Y ya sabes, lo que funciona sigue haciéndolo.
Otro besÃn
Conocernos a nosotros mismos, ser conscientes de lo que somos y lo que queremos, tomar conciencia de nuestra «existencia diferenciada», es una de las revelaciones más importantes que podemos tener.
Se puede llegar a fuerza de darnos hostias y sentirnos irritados y molestos cuando hacemos algo en lo que no creemos pero que nos dicen que es lo «normal» o de una manera más consciente reflexionando sobre nuestras inquietudes.
El caso es que el tomar conciencia de lo que somos, por distinto que sea a lo que nos han dicho que deberÃamos ser o hacer, es una suerte porque nos lleva a actuar de manera más coherente. Si recibimos hostias son menores porque estamos dispuestos a asumirlas, ya que hacemos las cosa por nosotros mismos, porque creemos en ello; y además podemos aprovechar y disfrutar mucho más nuestro tiempo libre compartiéndolo con quien nos ayude a crecer, porque también podemos socializar nuestra “existencia diferenciadaâ€.
Asà que si eres un perro verde da gracias por saberlo porque asà ya tienes una dirección por donde seguir, y piensa que para nada eres el único , pues existen manadas de perros donde el color “normal†es el verde.
Besos, de alguien que se sintió muy verde.
Como suelo decir: mejor ser un perro verde (bueno yo digo «bicho raro» pero es lo mismo) a ser un borrego. Un saludo.
Fëarûth: Gracias por afianzar mi idea de que merece el esfuerzo ser un bicho raro. A veces, se me olvida y creo que es más fácil utilizar el atajo.
P.D.: ¡Qué chulos los bichos-palo! No perderé de vista tu bitácora.
A partir de estos momentos me engancho a tu bitácora, pero último comentario del 26 de julio…hace 1 mes !! Qué tal si con el fin de agosto nos cuelgas un nuevo post y asà lo noveles vamos cogiendo ritmillo ??
:-))))
Gracias por tu comentario, Ramón. Me alegra que pensemos lo mismo en este asunto, para mà tu opinión es de las que tienen peso. Te considero una persona muy interesante y con las ideas muy claras, tus opiniones me importan, asi que espero que sigas aportando tu granito de arena a estas comeduras de tarro que suelo tener.
Un abrazo ;-)
Jota Zé: Tienes razón, tengo que ser más constante….pronto escribiré algo nuevo.
Espero que esta bitácora siga siendo de tu interés para no perder el ritmillo y, quizás, te animes a tener una propia.
;-)
«Verde que te quiero Verde».
Qué bonito el «verde»…(y cómo nos favorece, bicho)!!.
Qué genial encontrar gente «verde»: en casa, en la escuela, en el trabajo,…, en el camino!.
Qué bien sentirse acompañada en la vida: conocer, escuchar, aprender, compartir, …vivir! Ponerse en el lugar de la otra persona (por muy «verde» que sea…).
Qué enriquecedor se hace el camino! (a pesar de algunas piedricillas de na!…).
De todo se aprende…y en este tiempo hemos aprendido mucho…jejeje.
Piensa en «verde». Besines.
moriarty: Qué bien leerte aquà ;-)
Qué razón tienes con lo mucho que hemos aprendido, chata….Haré caso a tu consejo y ¡Pensaré en verde! (pimplando cervezuquis también, eh?)
Bss
Pistacho, el perro verde:
Tuvo la perra Marcela
-puede que alguien lo recuerde-
tres cachorritos canela,
cuatro grises y uno verde.
“¡Qué disgusto y qué sofoco!;
¡vaya perro tan extraño!
Y si lo lamiera un poco…
Y si le diera un buen baño…â€
Lo echó de cabeza al rÃo,
lo sumergió unos instantes:
salió morado de frÃo,
pero más verde que antes.
Y Marcela lo lamÃa
entre lamento y lamento,
pero el perrito seguÃa
tan verde como un pimiento.
“A este chucho mamarracho,
con un color tan feúcho,
le voy a llamar Pistacho
y lo voy a querer muchoâ€.
A Pistacho, desde chico,
le gustaba coger flores
y pintar con el hocico
mariposas de colores.
Ver las hojas en otoño,
sentarse a mirar la luna
en la rama de un madroño
con una gata moruna…
En aquel barrio apartado,
entre burla y cotilleo,
los perros daban de lado
a un chucho tan raro y feo.
Marcela, siempre pendiente,
sufrÃa cada vez más:
“¡Ojalá fuese corriente
como todos los demás!â€
Pistacho, al verla llorar,
tomó una gran decisión:
dejar de ser singular,
ser un perro del montón.
Se tiñó de gris el pelo.
Se pasó dÃas enteros
persiguiendo con su abuelo
a los gatos callejeros.
Imitando sin parar
a los perros que veÃa
consiguió ser popular,
pero perdió la alegrÃa.
Y asà se hubiera tirado
toda su vida perruna
si no se hubiera mojado
con una lluvia oportuna.
No era una lluvia cualquiera,
era un regalo del cielo
que llegaba en primavera
a volverle verde el pelo.
Otra vez de su color,
empapado y hecho un lÃo,
fue a ver si entraba en calor
tomando el sol en el rÃo.
Y vio de pronto algo extraño:
un animal sorprendente
se daba en el rÃo un baño
mirándolo fijamente.
“¡Qué perro tan fascinante!,
¡qué color tan especial!,
¡qué aspecto tan elegante!,
¡qué can tan original!
¡Pero si ese rabo es mÃo!;
lo que veo es mi reflejo
que me lo devuelve el rÃo
como si fuera un espejo.
Pues me gusto como soy,
verde, alegre y vivaracho;
asà que a partir de hoy
voy a ser siempre Pistacho.â€
Aquella hermosa mañana
regresó a su casa el perro
verde como una manzana
y gritando desde el cerro:
“Yo soy verde, sÃ, señores,
y me gusta dibujar
mariposas de colores
y ver las hojas volarâ€.
Y ahà va un consejo perruno:
“No hay que ser perro normal:
cada uno es cada uno
y cada quien, cada cualâ€.