El miércoles, 19 de noviembre, fue un dÃa monotemático: Camden Town exclusivamente… Uff, ¡qué emoción!
Esa mañana nos tomamos el desayuno con más calma, el metro (the tube) nos llevarÃa hasta Camden y estaba cerca. Asà que, aunque Tere y Cris se mantuvieron fieles al desayuno continental, yo me atrevà con el english breakfast (café con leche, huevo, salchicha, bacon y tostadas, las salsas al gusto), me sentó fenomenal.
El mercado de Camden Town es espectacular: multitud de tenderetes en las calles, numerosas tiendas con artÃculos de lo más extravagante, abrigos y cazadoras de todas las formas y colores, bolsos para quitar el hipo, pellizas de segunda mano (Loli me estará eternamente agradecida de la chupilla que le traje, el invierno será más llevadero ahora) incluso quedaban algunas pequeñas tiendas con muebles antiguos, las que se salvaron del incendio del 10 de febrero de este año.
El ambientillo era especial: un montón de gente con un montón de estilos diferentes y muy currados, aunque se podÃa caminar con tranquilidad y ver las tiendas sin agobios, se notaba que era miércoles (parece ser que los fines de semana es tremendo). Camden es otro mundo que merece la pena conocer y disfrutar.
Compramos un montón de cosas: vestidos, chaquetones, láminas, cojines, un par de pellizas, camisetas, complementos… y nos tuvimos que frenar porque ya no podÃamos con las bolsas. Además, algunas cosas estaban muy, pero que muy bien de precio. Al medio dÃa nos fuimos a engullir (más que nada para no perder mucho tiempo) en un espacio reservado donde puedes llevarte la comida que puedes comprar en la infinidad de puestos de varios paÃses que hay; incluso encontramos uno especializado en paellas donde sonaba a todo lo que daba el último hit de Los Chichos, y donde no pudimos resistirnos a la tentación de tararear la melodÃa y dar palmas al más estilo andaluz, tracatrá (con giro de pie incluido para mover con gracia la bata de cola de lunares). Toda la mañana y toda la tarde y nos quedaron cosas por ver, asà que no nos quedará más remedio que repetir, ¡qué se le va a hacer!
¡Alabado!, ¡qué envidia!.