Bodega DinastÃa Vivanco, S.A. Impresionantes instalaciones, jardines y viñedos. Muy preparada para todos los públicos: pensado para gente mayor, para peques… Nos tomamos un vino tinto crianza que estaba muy rico. Aquà la atención no tenÃa nada que ver con el dÃa anterior, más multitud de gente y otra idea de lo que es el negocio. Merece la pena verlo.
Bodega Miguel Merino, S.L. Acudimos a esta bodega porque nos comentaron que tenÃa mucha fama y varios premios. Quedamos pasmados al ver que para tomar el vino la polÃtica era entregar entre dos y tres tickets (cuando la organización habÃa informado de que era uno, y cuando probamos otros vinos de similar categorÃa y sólamente pedÃan un ticket). Indignados nos fuimos sin probar el vino, iba en contra de nuestros principios. CreÃmos que era desmerecer al resto de las bodegas. Lo hablamos con el dueño de una de ellas y tampoco le parecÃa una opción.
Bodega Betolaza. Otra bodega que pretendÃa hacer negocio con la iniciativa. Carteles anunciando que se vendÃan bocadillos… además, el vino tinto crianza que probamos nos pareció bastante aguado, con un fuerte olor inicial a alcohol.
Bodega Daniel Puras Peciña. Una vez más, varios tickets para probar el crianza, uno para el joven. Sólo nos quedaba un ticket, asà que nos decantamos por el joven. Muy rico, muy afrutado, bodega muy cuidada y con un ambiente muy acogedor.
Tras la visita a las bodegas nos fuimos a disfrutar de la noche en Briones, junto con el espectáculo de Ballet Clásico Español a cargo de «Sherezade Ballet» en la Plaza del Ayuntamiento. Allà nos encontramos con Román y con Ivette – del Bodegón Botero en San Asensio – hablamos largo y tendido con ellos y con unos amigos suyos de Zaragoza. Una vez más comprobamos la hospitalidad de esta gente riojana.
Mañana domingo, las Noches de San Lorenzo se trasladan a San Vicente de la Somosierra. Otro año será, seguro. Muy probablemente, el próximo. Estas noches han sido mágicas.
Esto va llegando a su fin, nos queda un dulce recuerdo de estas tierras. Nos han conquistado.
Por cinco euros podÃas comprar cinco tickets para tomar un vino en las bodegas y te regalaban una copa de cristal de bohemia para que pudieran servirte el delicioso caldo.
De las once bodegas que componÃan la ruta 1 visitamos:
Bodegas Perica, Viña Ologosa, donde degustamos un vino tinto crianza con un sabor muy especial, acompañado de las explicaciones de uno de los comerciales de la bodega. SentÃamos que la ruta comenzaba muy bien.
Centro Sensorial del Vino, museo donde pudimos ver todo el proceso y diferentes fotografÃas. Aquà no habÃa posibilidad de degustación, oportunidad que agradecimos, porque nuestro contento iba en aumento a una velocidad pasmosa.
Antes de ir a San Millán de la Cogolla, nos tropezamos con un sugerente cartel que anunciaba menú a 8.50€, asi que nos desviamos, y llegamos a un pueblecito llamado Ciriñuela. Donde degustamos de primer plato patatas a la riojana; de segundo plato pechugas de pollo y/o pinchos morunos con patatas fritas; de postre manzanas asadas con caramelo; pan y vino tinto de la casa. Delicioso, con una atención muy buena y en un ambiente muy rural.
Con el buche lleno nos fuimos a visitar los Monasterios de Yuso y Suso, espectaculares monumentos que hacen que viajes a tiempos pasados. Elegimos bien la hora, alrededor de las cuatro de la tarde, para cuando terminamos la visita comenzaba a llenarse de turistas y nos gustó más disfrutar de estos lugares con poca gente.
A la tarde nos dirigimos a San Asensio a visitar bodegas, pero esto requiere un post a parte.
Esta mañana, tras recomendación de Ramón, nos fuimos a conocer un pequeño pueblo medieval llamado Sajazarra. Nos cautivó el encanto de sus calles tan cuidadas, las fachadas de piedra de las casas, la tranquilidad de sus calles.
Luego, nos fuimos a Haro y a Briones. No encontramos mucho movimiento, quizás por la hora, parecÃa que todo el mundo estaba guardado a la sombra de sus casas. Intentaremos volver más entrada la tarde.
Sin comer, estábamos dispuestos a ir al hotel y engullir cualquier cosa… el destino hizo que nos equivocásemos de carretera, decidimos seguir hacia adelante y terminamos en Vitoria.
Hoy fue un dÃa muy completo y con una temperatura que nos permitió disfrutar mucho más. Entrada la tarde, cenamos en la calle, tomando sidra vasca y escuchando música tradicional de la tierra. El ambientillo era espectacular. ¡Si existe la felicidad esto debe ser lo más parecido!
Esta mañana estuvimos en Quel, en su fiesta más conocida, disfrutando del ritual del Paniqueso, una tradición que consiste en tirar, desde la ermita del Santo Cristo de Quel, barras de pan y trozos de queso. Los queleños y las queleñas, y cualquier otro forastero que se precie, se arremolinan bajo el balcón de la ermita esperando que caigan en sus manos alguna de las viandas, y si no caen, la lucha es encarnizada. Para colmo, cuando llegamos por la tarde al hotel y pusimos la tele, vimos que en un programa de la primera cadena, estaban retransmitiendo justo lo que habÃamos vivido por la mañana, y – de refilón – Pablo salió saltando, intentando coger un pan.
En Logroño callejeamos por el casco antiguo, nos tomamos un vinÃn en la TravesÃa del Laurel, seguimos callejeando, nos tomamos una clara en una terraza de la Plaza del Mercado, cerca de la Catedral de Santa MarÃa de la Redonda, y seguimos recorriendo las calles, que tenÃan nombre chulÃsimos: Calle de las Paradojas, de los Cien Mensajes… y haciendo muchas fotos de los monumentos más importantes de la ciudad.
Hoy fue un dÃa muy completo, mucho calor, mucho sol y un montón de cosas nuevas.
Alojados en el Hotel and Go Miranda hemos comenzado muy bien. Fue una grata sorpresa encontrarnos con este alojamiento: amplia habitación, muy bien equipada, espacioso baño y wifi, ¡menudo adelanto!
Llegamos a las cinco de la tarde, tras cuatro horas de viaje sin parar. Se nos hizo corto a pesar del calor y de la monotonÃa de la carretera. De todos modos, ya lo comentamos mientras venÃamos, por lo menos una vez al año presta ver otro paisaje diferente, sin tantas curvas, otros colores, y esas interminables pistas. En el momento en que metes quinta, sólo hay que pisar el acelerador y tirar millas.
Una vez aquà decidimos pasar la tarde tranquilamente, esperar a que pasara la tormenta que nos recibió y que agradecimos, porque consiguió crear una temperatura muy agradable, y a continuación, nos fuimos a callejear por Miranda.
Dejamos el coche en un parking público cerca de la HospederÃa El Convento, cruzamos el puente sobre el rÃo Ebro y a disfrutar. Nos gustó el ambiente de los bares y ya fichamos unos cuantos garitos para tomarnos un vinito rico de la zona. Para ilustrar este dÃa, lo mejor, unas fotos y mi Twitter.