A las 18.00 horas del 8 de agosto comenzaban un par de rutas para visitar bodegas de San Asensio, que salÃan de la Plaza Vieja, a través de una iniciativa de la mancomunidad, llamada Las Noches de San Lorenzo.
Por cinco euros podÃas comprar cinco tickets para tomar un vino en las bodegas y te regalaban una copa de cristal de bohemia para que pudieran servirte el delicioso caldo.
Escogimos la ruta 1, pensando – incrédulos – que nos darÃa tiempo a terminarla y poder realizar la ruta 2, pero nada más lejos de la realidad, ni siquiera nos dio tiempo a finalizar la escogida.
De las once bodegas que componÃan la ruta 1 visitamos:
- Bodegas Perica, Viña Ologosa, donde degustamos un vino tinto crianza con un sabor muy especial, acompañado de las explicaciones de uno de los comerciales de la bodega. SentÃamos que la ruta comenzaba muy bien.
- Bodegón El Botero, de Román López Maestu, aquà probamos el tinto joven y crianza, el blanco y el clarete. Todos excepcionales, especialmente los tintos. Un sabor afrutado que me encandiló, mañana iremos a la bodega para hacernos con un par de cajas. La atención, también, excepcional; Román y su mujer, Ivette, nos explicaron su historia y la de su trabajo, gente muy cercana y amable.
- Centro Sensorial del Vino, museo donde pudimos ver todo el proceso y diferentes fotografÃas. Aquà no habÃa posibilidad de degustación, oportunidad que agradecimos, porque nuestro contento iba en aumento a una velocidad pasmosa.
- Bodega El Arca de Noé, una vez más, cuando llegamos a la bodega estábamos solos, asà que acaparábamos todas las atenciones y explicaciones. Javi nos enseñó con todo lujo de detalles las instalaciones, las barricas, la historia de la cooperativa a la que pertenece como socio… en fin, un lujo, acompañado de un tinto crianza. Al final de la visita, nos dieron la oportunidad de probar un blanco fresquito y un clarete en porrón.
- Bodega Cortecillas, de Alfonso GarcÃa Hernando. A sabiendas de ser repetitiva, he de decir que el trato fue exquisito. La familia que lleva esta bodega joven – nueve años – se esmeraron en atendernos, en mostrarnos su forma de trabajar y en recomendarnos sus preferencias. Aquà el blanco tiene un sabor muy peculiar, con un regusto final delicioso. También el tinto fue uno de mis preferidos. Asà que mañana, la intención es volver a comprar unas cuantas botellas para poder disfrutarlas con unos buenos manjares y mejor compañia.
- Bodega SeñorÃo de Villarrica. Otro tinto crianza que degustamos. Una cuidada ambientación, una bodega muy guapa y con mucha gente.
- Bodegas Heredad Pangua Sodupe S.C., de Roberto Pangua Monge. No nos podÃamos imaginar que el disfrute podÃa ser mayor, pero en esta bodega la atención superó cualquier expectativa. Andrés, el hijo de los dueños de la bodega, nos enseñó y explicó partes de la misma que no estaban abiertas al público.
Compartimos vivencias personales, nos hicimos mutuas recomendaciones – cada uno de su comunidad – nos presentó a su familia y nos contagió de la magia del vino, de lo importante que es para ellos, de su forma de vida. Tanto Roberto como su esposa, se mostraron muy cercanos con nosotros, ella nos enseñó el rincón de Asturias, creado con mimo y dedicación, él nos elogió nuestra tierra y nos transmitió su pasión por Asturias.
Ésta es nuestra primera vez en La Rioja, pero estoy segura de que no será la última.
Tenemos que volver, nos quedaron muchas por ver. Se me viene ahora a la cabeza la bodega del amigo de Andrés, que seguÃa las técnicas más tradicionales. ¿Te acuerdas del nombre? Seguro que lo tienes por ahà anotado.
Y, por supuesto, volver a ver a esa gente que tan bien nos trató. Eso fue lo mejor del viaje.
Sà lo tengo anotado en el trÃptico con el itinerario, asi que para el año que viene, es una parada obligada.
Roberto Pangua y Ana, su mujer, son geniales